El continente asiático se ha consolidado como uno de los grandes destinos del mundo gracias a su exotismo, sus culturas milenarias y unos precios económicos en la mayoría de sus territorios. Desde Japón a la India las gigantes estatuas de Buda se despliegan ante el turista, los manglares abrazan países que finalizan en montañas nevadas y sus aromas y sabores se convierten en uno de los mayores desafíos para los sentidos.
1. Celebran el nacimiento de las flores
Todos sabemos la especial relación que existe en Asia entre los locales y la naturaleza, y uno de los ejemplos más poéticos es la celebración del hanami, el cual tiene lugar en Japón a principios de abril.
En esta fiesta las familias se instalan en bosques, parques y jardines para contemplar el nacimiento de las flores de los típicos árboles de cerezo que invaden el país nipón, cubriendo su geografía de un manto rosáceo que se inclina sobre ríos diáfanos y puentecillos de otro tiempo.
2. El Buda más alto del mundo
El culto a una religión alcanza proporciones inimaginables en un continente en el que encontrarás a Buda desde todas las perspectivas posibles: tumbado, recostado en una montaña, sentado en la cima de una colina o, también, tratando de rozar el cielo.
Con una altura de 128 m (incluyendo un trono de 20 cromado en lotos), el Buda más alto del mundo reside en el Templo de la Primavera, en la región china de Henan, uno de los mejores ejemplos de un país que ostenta numerosas representaciones a sus deidades y emperadores, como es el caso de la estatua de Guan Yin del Mar del Sur de Sanya, en la isla tropical de Hainan.
3. Invita a la relajación
De sobra es conocida la condición de Asia como un continente al que la gente viaja para relajarse y explorar ese misticismo que se resiste algo más en Occidente. Desde los ashrams de la India donde practicar yoga y meditación hasta los templos del Tíbet, pasando por el ambiente zen de cualquier casa de té china, un bosque de bambú en Kyoto o el encanto de ciudades como Chiang Mai, en Tailandia, donde los restaurante vegetarianos y las cabinas de masajes se entremezclan con más de 300 templos budistas y bosques exóticos.
Definitivamente, la meca zen del mundo.
4. Adoran el té
Una de las bebidas más consumidas de Occidente proviene, principalmente, de un continente asiático donde el té conlleva su propio ritual. En India encontramos el mejor té negro del mundo como es el Darjeeling o su famoso masala tea aderezado de pimienta y canela mientras que el té verde se convierte en la especialidad de países como China y Japón, donde el culto a esta bebida se traduce en varias ceremonias, casas de té y plantaciones que se convierten en interés turístico.
5. Naturaleza en estado puro
Asia es uno de los continentes más variados del mundo en cuanto a naturaleza.
Tenemos playas de agua turquesa en archipiélagos como Filipinas o Maldivas, selvas crujientes en Tailandia, rutas para los amantes del hiking a través del Tíbet o Nepal y especies animales que van desde el panda al elefante pasando por el tigre de Bengala, el exótico cálao (similar al tucán) o los camellos del Gobi. Desierto, costas, nieve, selvas y manglares en un solo y vibrante espacio.
6. Festivales de luces
Además del anteriormente comentado hanami, en Asia se estilan los llamados festivales de farolillos, celebraciones que tiene lugar en algún momento de febrero o marzo (según dicte el calendario lunar), en las que los asistentes lanzan al cielo las típicas lámparas naranjas deseando prosperidad y fortuna para el nuevo año. Un espectáculo de color cuyos principales embajadores encontramos en Taiwán, China o Tailandia.
7. Joyas monumentales
En Agra (India), el Taj Mahal simboliza la mayor historia de amor del subcontinente, en Rangún (Myanmar), la Pagoda Shwedagon confunde sus dorados con el amanecer, mientras que el templo de Angkor (Camboya) esconde esculturas de otro tiempo devoradas por la naturaleza. Asia es un particular museo viviente donde todas sus culturas tienen cabida en forma de construcciones que superan la imaginación y portadoras de milenarios simbolismos.
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