miércoles, 13 de enero de 2016

DESCUBRE SON DOÓNG, LA CUEVA MÁS GRANDE DEL MUNDO


La naturaleza se ha encargado de ocultarnos algunas de las grandes maravillas del planeta durante siglos hasta hoy día, y el mejor ejemplo es Son Doòng, la cueva más grande del mundo.

Un paraíso natural descubierto en Vietnam por un pastor a principios de los 90 y convertida hoy día en una mina de oro para los investigadores que continúan desentrañando sus muchos misterios.



Montaña, río y cueva

Así sería la traducción de Son Doòng, la mayor cueva del mundo situada en la provincia de Quang Binh, en Vietnam. La historia de su descubrimiento se remonta a 1991, año en el que un pastor local llamado Ho Khanh descubrió una cavidad franqueada por la vegetación tropical. El hombre, temeroso por lo que pudiera encontrar en este lugar nunca antes descubierto durante sus largos paseos, huyó despavorido al escuchar un silbido procedente de las profundidades de la cueva. El secreto de su descubrimiento se mantuvo hasta 2009, momento en el que un grupo de científicos de la British Cave Research Association penetró en la cueva por primera vez.

A pesar de ser considerada como la tercera cueva más grande del mundo, poco a poco el equipo avanzó lo suficiente como para considerarla la más grande al traspasar un muro apodado como La Gran Muralla de Vietnam, el cual descubría una sala central de 5 kilómetros de longitud. A su paso a través del interior de la cueva, cuya altura oscila los 150 metros, encontraron un río subterráneo y porciones de selva iluminadas por dos aperturas excavadas en la caliza. Todo ello, franqueado por algunas de las estalagmitas más altas del mundo y, en ocasiones, envuelto en niebla y mariposas.



Un paraíso oculto cuya investigación ha frenado el acceso de unos turistas limitados a 500 por año y mediante unos pagos iniciales de 3 mil dólares por visitante. Desafortunadamente, las lluvias torrenciales que han asolado Vietnam durante los últimos meses han paralizado los accesos y privado a los viajeros curiosos de disfrutar del pasaje hasta nuevo aviso. 

Hasta hacía seis años, Son Doòng, la cueva más grande del mundo, yacía oculta en las profundidades de Vietnam. Libre de cualquier marca humana, invadida por la selva y morada de unos secretos que aún se le resisten a los investigadores, esta maravilla natural no tardará en convertirse en la última sensación de Asia una vez las autoridades consideren oportuno el acceso a unos turistas ávidos de nuevos retos.

¡ESPECTACULAR! UN MUNDO AZUL VIVE ENCERRADO EN LA CATEDRAL DE MÁRMOL DE CHILE



Los amantes de los viajes creemos que todo ha sido descubierto hasta que descubrimos ese nuevo lugar cuya belleza supera todo lo anteriormente conocido.

Este es el caso de La Catedral de Mármol, una maravilla natural bañada por el lago General Carrera, en Chile, cuyo interior posee unas bóvedas azuladas propias del más onírico de los escenarios.




La Catedral Azul

En la Patagonia existe un lago dividido entre dos países: Argentina, cuya porción recibe el nombre de lago Buenos Aires, y Chile, el cual ostenta casi 1000 de los 1850 kilómetros cuadrados que abarca la extensión de agua, convirtiendo este en el segundo lago más grande de Sudamérica.

La parte del lado chileno recibe el nombre de lago General Carrera desde 1959. Sin embargo, antes de unirse al río Baker y desembocar en el Pacífico, al atravesar el lago nuestras miradas se detendrán alrededor de una maravilla natural cuya apariencia exterior apenas se corresponde con los encantos que esconde: se trata de la conocida comoCatedral de Mármol.

En la orilla del lago, las aguas azules han erosionado parte de las formaciones de mármol costeras, permitiendo al turista penetrar entre pasadizos secretos a bordo de una canoa, especialmente durante los meses de enero y febrero en los que el nivel del lago desciende unos dos metros.

A nuestro paso por el interior cavernoso encontramos columnas de mármol, cuevas esculpidas en la lejanía a modo de ojo buey y, especialmente, un envoltorio azul en parte de su totalidad, gracias en parte al reflejo de las aguas, a las impurezas del mármol y otros componentes desconocidos incrustados en la roca. 






El único modo de acceder a este paraíso azul es desde el pueblo de Puerto Río Tranquilo, en la región de Aysén, punto de partida a esas pequeñas embarcaciones que transportan a unos turistas deseosos por perderse entre espacios como la bautizada Capilla, la Cueva o, especialmente, una Catedral de Mármol cuyos motivos internos se deben a la obra de la mayor de todas las artistas, una propia naturaleza que ha inundado de color azul este refugio de paz y rincones inesperados.

El encanto de la Catedral de Mármol del lago General Carrera reside en un interior enigmático en el que los colores azules se adueñan del entorno, confundiendo y maravillando por igual a los turistas que se acercan al lago más grande de Chile.

5 MOTIVOS PARA HACER TURISMO SLOW EN 2016


El movimiento slow surge hace unos años con intención de pausar nuestro estilo de vida y disfrutar algo más de las cosas mediante la contemplación, la tranquilidad y, en el caso del turismo, la fusión.

De este modo, el turismo lento se impone como una tendencia que nos invita a dejarlo todo por una semana, instalarnos en un determinado lugar y adaptarnos al medio como un habitante más, abandonando malos hábitos como el estrés que supone visitar 30 monumentos en 2 días, por ejemplo. Aquí te sugerimos 5 motivos para hacer turismo slow en 2016.


#1 El arte de comer 

¿Comida rápida para salir del paso? ¿Un buffet chino con tal de economizar? No, el turismo lento no entiende de grandes plataformas alimenticias sino de experiencias inolvidables a la hora de sentarnos a la mesa y degustar el plantel de propuestas típicas que ofrece el destino elegido.

Alargar el tiempo de comida, saborear el vino que precede al festín o disfrutar de los platos típicos de una zona constituyen parte del encanto que supone el turismo lento en términos gastronómicos. 


#2 Fomentar los negocios locales

El turismo lento fomenta, ante todo, la apertura de los negocios locales al turismo. De este modo, comprar tejidos de la zona, cargar con nosotros cestas de vinos locales o piezas de artesanía típicas no sólo ayudan al desarrollo de la actividad de un determinado destino sino que la autenticidad de las propuestas marca la diferencia.

 
#3 Relajarse

Los viajes deberían servir para oxigenarnos y tomar aliento, algo que no siempre llevamos a cabo cuando tratamos de convertir esa escapada en un circuito acelerado colmado de demasiadas experiencias en tan poco tiempo. El turismo lento apuesta por, precisamente, ralentizar nuestra estancia como un modo de disfrutar más de esos pequeños detalles como un café con vistas al bosque, un paseo a caballo al atardecer o un simple paseo por las calles de un pueblecito del que nos sentimos un habitante más.


#4 Cambiar de vida

Muchas veces todos deseamos cambiar de vida por completo, sustituir nuestra ciudad por un pueblo pequeño o tener vecinos que al menos nos saluden cuando nos crucemos en el ascensor.

Si bien nuestros objetivos dependerán del destino, los lugares englobados dentro del turismo lento suelen fomentar la fusión del visitante con el medio, permitiéndole sentirse parte del conjunto, participando en eventos culturales, ayudando a labrar la tierra y relacionarse con los locales. Una experiencia que trasciende el simple arte de viajar.


#5 Volver a los orígenes

Los muchos paralelismos entre el turismo slow y el ecoturismo fomentan la importancia de simplificar las experiencias, devolviéndonos al pasado y rehusando de los muchos elementos que el capitalismo ha introducido en uno de sus sectores más lucrativos. Volver a dedicar una mañana entera a cocinar, participar en un taller de costura vecinal, salir a coger fruta a la selva junto a un local que conozca el terreno o bañarnos en un lago cercano nos devuelven a un pasado en el que la falta de tecnología, estrés o hermetismo rápida convertía nuestro día a día en algo más orgánico, espontáneo... disfrutable.

Esperamos que estas razones para hacer turismo slow en 2016 nos lleven a replantearnos nuestros hábitos viajeros y apostemos por experiencias mucha más tranquilas, relajadas y auténticas.